dilluns, 25 de febrer del 2019

De vez en cuando, vas de visita a casa de algún conocido y al cruzar la puerta, sin esperarlo y a traición, te explica que en su casa no usan zapatos. Así que te descalzas tratando de no poner cara de compromiso, dejas los zapatos en ese diminuto zapatero que siempre tienen en la entrada y te dispones a pasar el resto de la velada en pantuflas. Y no importa que esa noche fueras monísimo de la muerte, las zapatillas son siempre siempre siempre más feas que Picio.
Esa gente son 'raritos'. Lo digo como lo siento. Y deberíamos decirlo más. Porque no hay nada que corte más el rollo que la pregunta que todos nos hacemos en ese momento: "Espera, un segundo ¿no tendré un agujero en los calcetines?". Raritos, tiquimisquis y tocapelotas, eso es lo que son. Bueno, eso y atinados. Porque sí, igual llevan razón. O eso dice la ciencia, que sabe mucho de investigar pero por lo que se ve poco de sentido común.
De vez en cuando, vas de visita a casa de algún conocido y al cruzar la puerta, sin esperarlo y a traición, te explica que en su casa no usan zapatos. Así que te descalzas tratando de no poner cara de compromiso, dejas los zapatos en ese diminuto zapatero que siempre tienen en la entrada y te dispones a pasar el resto de la velada en pantuflas. Y no importa que esa noche fueras monísimo de la muerte, las zapatillas son siempre siempre siempre más feas que Picio.
Esa gente son 'raritos'. Lo digo como lo siento. Y deberíamos decirlo más. Porque no hay nada que corte más el rollo que la pregunta que todos nos hacemos en ese momento: "Espera, un segundo ¿no tendré un agujero en los calcetines?". Raritos, tiquimisquis y tocapelotas, eso es lo que son. Bueno, eso y atinados. Porque sí, igual llevan razón. O eso dice la ciencia, que sabe mucho de investigar pero por lo que se ve poco de sentido común.
Aunque, hoy por hoy, no usar zapatos en casa, aún parece una costumbre algo japonesa, los escasos estudios que se han hecho sugieren que poco a poco se va haciendo más popular. Nos puede parecer raro, pero si nos paramos a pensarlo no faltan motivos. Hoy repasamos dos estudios que nos hablan sobre lo que pasa de verdad en dos lugares a los que normalmente no prestamos atención: los zapatos y nuestro propio hogar. Bajo nuestra mirada despreocupada se esconde una 'alianza criminal' que ni eDesde hace un par de años, tenemos evidencia empírica de que los zapatos son una gran fuente de información para saber cómo es una persona: gracias a ellos podemos estimar la edad, el sexo, el nivel de ingresos o hasta el nivel de ansiedad del dueño del calzado (Gillath, 2012). Lo que no sabíamos hasta ahora es que los zapatos transportan mucho más que buena información. Un estudio de Charles Gerba, profesor de microbiología de la Universidad de Arizona, mostró que tras dos semanas de uso se pueden encontrar más de 420.000 bacterias en el exterior de unas zapatillas. 420.000. Para hacernos una idea, el inodoro medio tiene menos de mil.

Según el trabajo de Gerba, de las bacterias identificadas en las zapatillas, el 27% eran E. coliEscherichia coli un tipo de bacteria que vive en el intestino de humanos y animales. Por eso, Gerba piensa que la "abundancia de esta bacteria puede deberse al contacto frecuente con material fecal tanto en suelos de cuartos de baño como en la calle”. La mayoría de las E. coli no causan problemas. Pero, algunos tipos pueden producir enfermedades y causar diarreas bastante severas.

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